El amor es extraño

El próximo jueves, 15 de noviembre, se proyectará en la Casa Municipal de Cultura, dentro de la programación “Cine con Otros Ojos”, “El amor es extraño”, de Ira Sachs, en sesiones de 6 y 8:30 de la tarde, con la localidad a 3´50 euros.

SINOPSIS DE LA PELICULA:

Cuando en 2011 se legaliza en Nueva York el matrimonio homosexual, Ben y George, que llevan 39 años juntos, deciden casarse. Poco después, despiden a George sin explicación alguna de la escuela católica donde enseñaba música, y pierden su piso en Chelsea. Una pareja gay de policías acoge a George, y Ben se va a vivir a casa de su sobrino, en Brooklyn. El verse obligados a vivir en casas ajenas, el esfuerzo por ser amables o la preocupación por un futuro incierto son motivos de estrés para todos.

COMENTARIO:

¡Qué mariconez!

Antes de comenzar a escribir este texto he buscado en los diccionarios las definiciones de “maricón” y “mariconada”. Invariablemente, tienen connotaciones despectivas. El mes pasado, una concursante del exitoso programa televisivo Operación Triunfo debía interpretar la bellísima canción de Mecano “Quédate en Madrid”, que habla de una relación sentimental -sin especificar si es homo o heterosexual- y en cuya letra aparece la palabra mariconez. La joven concursante, hija de la estúpida corrección política, se negaba a cantarla con la inclusión de tal vocablo por considerarlo homófobo. Afortunadamente, el autor se negó a aceptar cualquier censura.

Yo también reivindicaría la dignificación y un significado alternativo al de los diccionarios para mariconez.  Sería algo como “dícese de una obra artística de carácter delicado que transmite belleza y ternura sin amaneramiento, con sencillez y naturalidad”. Según esta definición propia, El amor es extraño lo es.

La sinopsis podría inducir a pensar que estamos ante un título más de explícita temática gay de los que últimamente saturan las pantallas, y aunque los protagonistas forman una pareja homosexual, las reacciones a los acontecimientos incluidos en el guion no serían diferentes si los personajes pertenecieran a un matrimonio de hombre y mujer. Solamente la anécdota que precipita el conflicto de la trama tiene que ver con aquella condición. Lo cierto es que se trata de un relato costumbrista contemporáneo de unas personas de clase media, habitantes de Nueva York, que experimentan un vuelco en sus vidas por motivos laborales. Una situación así de vulgar y frecuente. Además del elegante guion, otro motivo de que esta pieza sea un regalo para el espectador es su reparto excepcional. John Lithgow (Ben) y Alfred Molina (George) están magistrales, encantadores. Encarnan con credibilidad entrañable su relación. Marisa Tomei y el adolescente Charlie Tahan están, asimismo, excelentes. Ira Sachs, director y coguionista, cuida mucho la dirección de actores porque, según él, fue un pésimo intérprete y así sabe cómo no quieren que actúen. El amor es extraño habla de circunstancias que le son próximas. El director se casó, en cuanto estuvo permitido, con su novio, con el que llevaba viviendo muchos años, y manifiesta que su película “está hecha desde la posición privilegiada de la mediana edad”.

La escritura de los personajes registra multitud de matices y cariño hacia ellos. Ninguno provoca antipatía o sentimientos negativos aunque se muestren sus contradicciones y pequeñas miserias. Nadie es perfecto. Además de escenas divertidas, hay momentos conmovedores. La secuencia de una alumna de George tocando el piano sirve de apoyo a una contundente declaración de principios que nos marca una ruta vital a seguir con sus obstáculos, sueños no cumplidos e ilusiones por llegar. Un camino lleno de verdad acompañado siempre por Chopin.